Tiempo de Silencio de Luis
Martin-Santos ha sido alagado por muchos, por no decir por todos, y siendo
sincero a mí también me ha parecido una novela fantástica, pero creo que el
mensaje no llega y es por culpa del autor. Y no, no me he leído Condenada belleza del mundo, ni Tiempo de Destrucción, pero es
indiferente para lo que quiero comentar de Tiempo
de Silencio.
Como decía,
muchos han destacado esta novela, especialmente por su forma y estilo, que
transforma algo aparentemente abstracto o absurdista en un realismo aterrador,
y qué narices, yo también veo lo impresionante que es la forma y el estilo que
utiliza para escribir, pero también hay que destacar su dificultad, y es aquí
donde surge la primera complicación a tener en cuenta. No obstante, no es la
dificultad de entender en sí lo que veo como un fallo, quiero decir, El hombre en el castillo de Philip K.
Dick es una novela difícil de comprender y con una gran dificultad. Qué narices,
toda la obra de Philip K. Dick es difícil de entender, ejemplo de esto es Los tres estigmas de Palmer Eldritch o UBIK, y a pesar de esto, Philip K. Dick
sigue siendo de mis autores favoritos. Con esto lo que quiero decir es que la
dificultad de entender la obra no supone un problema como tal, todo lo
contrario, sino que esta relacionado con el cómo llega el mensaje de la obra.
El mensaje
de la obra está escrito desde el título, Tiempo
de silencio, un tiempo en el que la gente se calla, no se rebela y se dejan
apedrear por las más altas esferas del régimen, y da igual si es muy rico y
vive en el mejor barrio de Madrid o está en las chabolas y no tienes ni un
duro, porque Luis Martin-Santos muestra lo culpable que somos todos de todo lo
que ocurre. ¿Y sabéis que otras obras hacen algo parecido? 1984 y Rebelión en la granja de
George Orwell, Un mundo feliz de Aldous
Huxley, La conjura de los necios de
John Kennedy Toole, Fahrenheit 451 de
Ray Bradbury y podría seguir así todo lo que ocupe esta crítica. La diferencia
entre cualquiera de estas obras y Tiempo
de Silencio es que esta obra me muestra lo que quiere criticar, pero no lo
hace, como su título dice se queda en silencio, mientras que el resto de obras
que he comentado me lo muestran y luego intentan acabar con ello, lo critican
con sus personajes, un monólogo, etc... Y ahora me dirán algunos que 1984, Fahrenheit 451 y Un mundo
feliz no son novelas de una situación real y crean sus propias distopías, a
través de sus peores temores sobre el futuro, pero sabéis, La conjura de los necios y Rebelión
en la granja sí que utiliza la situación real de un régimen, o en sí la situación
sociopolítica que había en su momento para mostrármela y destrozármela en mis
narices, sin piedad alguna. Volviendo a Tiempo
de Silencio, Luis Martin-Santos me muestra, pero no me lo critica, me lo
deja flotando en el aire para que yo como lector me dé cuenta de lo repulsiva
que es la situación y me indigne y haga su trabajo por él. (También es cierto
que eso funciona, por la clase de descripciones que hace, ¿pero qué ocurre si
no lo cojo?
El segundo
problema recae en el primer punto que resaltaba, la dificultad. Si escribes una
obra tan compleja de entender y captar el mensaje detrás de la misma, no
esperes que encima el lector critique el mensaje por ti, y habitualmente suelo
ser de los que esta favor de no dárselo todo mascado al lector, jugador o
espectador, (dependiendo de qué tipo de obra sea) pero en este tipo de casos,
lo encuentro excesivo. El autor no pone de su parte para que lo entiendas y eso
me hace cuestionarme hasta qué punto de verdad Luis Martin-Santos quiere que
entendamos su obra, me hace dudar de si yo hubiera entendido la obra de no
haberla seguido junto con mi profesor de Lengua e infinidad de guías, como la
de la Universidad de Navarra de Manuel Pulido Azpíroz.
Tiempo de Silencio se
complica con cada paso que da Pedro, y soy plenamente consciente de que la obra
leída del tirón es mucho más comprensible que leída escena a escena, pero esto
solo agrava lo que comentaba, porque implica, que si quiero comprender y leer
la obra, tengo que hacerlo sin poder pararme a paladear esas escabrosas
descripciones, que bien recuerdan al esperpento de Cela. Y por supuesto que sí
se captan estas descripciones, pero como lector no quiero captarlas, quiero
recrearme en ellas, como decía, quiero paladearlas.
Con esto
no quiero decir que Tiempo de Silencio sea
una mala obra, ni mucho menos, simplemente que adolece de un gran fallo a mi
parecer, y que quizá, se sobrevalore un poco por ser una novela nacional
ambientada en semejante época, pero eso ya sería entrar en otro tema, que no
viene al caso.
Por Vicente Casado.
Imagen: Portada del libro Tiempo de Silencio, por la editorial Austral
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