En una
sociedad donde la desconfianza y el control están a la orden del día, el gran
hermano nos vigila, voy y a petición de Sergio García, analizo la que es para
mí la obra cumbre de George Orwell, 1984.
¿Qué decir
de 1984? Este es una obra catalogada con un único adjetivo, perfección, y
seamos sinceros, esta es, y con razón, una obra digna de respeto. Literalmente
cuando la termine por primera vez, me dejo los pelos de punta, porque me hizo
pensar en si nuestro camino como sociedad, iba a ser como el de esta. ¿Pero
vamos a ver, aquí estamos para sacar fallos, no? Ciertamente, es todo un
desafío intentar sacar pegas a este libro. No es una de las grandes obras
porque sí, así que en vez de intentar demostrar porque este libro no es tan
bueno como la gente se cree, que lo es, voy a sacar las dos únicas pegas
potentes que he encontrado, y luego recapitulare por qué esta novela a día de
hoy, hace mejor su trabajo de lo que lo están haciendo las novelas de ahora.
Para
empezar con los contras hay que jugar al gato y el ratón, siempre y cuando el
ratón no se convierta en uno de esos ratones de Metro 2033. Digo esto no por mera casualidad, cualquiera que me
conozca sabe que he sufrido para sacar fallos a esta novela, y encima de cuatro
fallos que saco, me da la sensación que dos de ellos no son fallos, sino que son
recursos buscados para el mensaje final del libro. Empezando por los puntos
algo más negativos, encuentro el hecho de que la novela no parece natural, en
lo que a los diálogos se refiere. Echamos la mirada a sus máximos “competidores” como Un mundo feliz de Aldous Huxley o Fahrenheit 451 de Ray Bradbury, y vemos que los diálogos entre
personajes surgen de forma natural, no parecen forzados, ni buscados. No
obstante, esto también podría contemplarse como un recurso para llevar al
siguiente nivel su distopía, donde la gente es tan desconfiada entre ellos, que
la conversación se han vuelto artificial, esto juntado con el concepto de falta
de palabras en el diccionario, vuelve este argumento más en mi contra. La otra
pega de doble-filo que encuentro al libro, es como utiliza el amor y la
justicia como piezas de ajedrez, entran al juego cuando Orwell lo quiere y
además no parecen naturales. Pero claro, al igual que con el anterior punto,
esto puede ser un recurso sin ningún problema, utilizado para recalcar aún más
su desolador mensaje. Luego tenemos el que puede ser, y quizá será el punto
fuerte, es la pregunta, ¿y esto por qué? Os pondré en situación, en el cine, o
incluso en los videojuegos, cuando ocurre una escena y te cuestionas, ¿por qué
ocurre esto? Y la respuesta es: “el guionista lo ha querido”, eso implica que
algo está yendo mal. 1984 tiene ese
problema, los acontecimientos muchas veces ocurren porque el autor quiere que
eso pase, no porque los personajes tengan la motivación o la necesidad de
hacerlo. Por último un fallo que siendo sincero no vi hasta que no contemple la
novela como un conjunto, me explico, cuando miro al personaje de Wiston capitulo
por capitulo, me doy cuenta de que Wiston parece tener una evolución como
personaje y cada paso que da, hace que la historia sea mas intrigante, pero
esto no es así, y la verdad cuando me di cuenta, me dio un bajón terrible. La
cuestión es que cuando miras la novela es su conjunto, te das cuenta que desde
el primer capítulo, el final de Wiston está sentenciado, Wiston es un personaje
plano; y no hay posibilidad de un plot-twist.
Pero ya
basta de sacar pegas, principalmente porque no he encontrado más de estas que no
fueran meras ridiculeces, ahora vamos a recapitular porque esta novela consigue
ponerme los pelos de punta y sin embargo novelas de ahora como El piso mil o Los juegos del hambre, no lo hacen.
¿Privacidad?,
¿Libre pensamiento?, ¿Libertad?... Estoy prácticamente seguro que muchos estáis
pensando que me refiero a la novela, pero no es así. Las redes sociales y las
nubes hacen que nuestra privacidad sea prácticamente inexistente, por poner un
tweet con lo que piensas de un político, puedes acabar en la cárcel y en lo que
respecta a la libertad, no lo somos en ningún aspecto, como decía el filósofo Friedrich
Nietzsche, pertenecemos a una moral de esclavos, donde nuestros actos se rigen
por supuestas entidades superiores o personas que quieren hacerse verse como
dicha entidad. Basta de divagaciones, digo esto porque 1984 es una publicada en 1949, y aun así es una novela mucho más
actual, que obras que pretenden ser la distopía moderna, como Los juegos del hambre, novelas que al final se
quedan en metáforas de las consecuencias de la guerra, que por si no fuera suficiente no son palpables además hasta el final de la tercera y última parte. Otro punto a su favor, es la narrativa,
con anterioridad mencionaba como en su conjunto la obra falla, pero no hay que
olvidar que en la individualidad, esta obra es magnífica, la secuencialización
surge de forma natural, y utiliza una forma de expresión que en lo que al ámbito
formal se refiere es perfecto para lo que quiere hacer.
Poco queda
que añadir sobre esta, evidentemente no es una obra perfecta, y tiene ciertos
fallos importantes, pero hay que ser críticos incluso con las obras que más nos
gustan, porque así es como mejora el arte, buscando siempre donde ser mejor y
llevar al siguiente nivel nuestras respectivas obras. Pero estoy volviendo a
divagar, como decía con anterioridad 1984, no es la obra que da la sensación que sea, pero sin dudarlo es un buen
libro que a mí me cautivo, y aún más importante, su mensaje me llegó.
Por Vicente Casado
Imagen: Portada del libro de 1984 (Editorial: Contemporánea)
Muy bueno. Felicidades
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